La concepción del trabajo en la Doctrina Social de la Iglesia como eje de dignificación humana. Una aproximación a propósito de la visita del papa Francisco a Colombia

La concepción del trabajo en la Doctrina Social de la Iglesia como eje de dignificación humana. Una aproximación a propósito de la visita del papa Francisco a Colombia

Fecha de publicación: 2017-09-07

Por Griselda Janeth Restrepo Gallego, ministra del Trabajo

La visita a Colombia del papa Francisco es una magnífica oportunidad para la reflexión en torno de los alcances de la construcción de paz, a partir de la promoción de equidad y justicia social, factores que han determinado el espíritu de las políticas públicas ejecutadas por el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos.  

Esta peregrinación del pontífice con su mensaje de reconciliación encarna la esperanza que como sociedad tenemos de alcanzar un país en el que la paz signifique consolidar niveles de mayor democracia e inclusión social, aprovechando la transición política que representa el fin del conflicto armado.

Para la cartera laboral, la presencia del papa Francisco en nuestro país reviste una significación especial habida cuenta la dimensión y los alcances que en los documentos eclesiásticos se le da a la concepción del trabajo.

En efecto, ese compendio de principios filosóficos, éticos, morales y sociales sustentados en el Evangelio y en el magisterio de la religión Católica que se conoce como la Doctrina Social de la Iglesia, que tiene como objetivo el análisis de las realidades socioeconómicas en las diferentes etapas históricas de la humanidad, tiene al trabajo como uno de los elementos esenciales para el desarrollo y realización tanto espiritual como material del individuo y de la sociedad en su conjunto.

A través de las encíclicas papales y los diversos documentos eclesiásticos, la Iglesia Católica ha promovido desde su condición de referente moral la equidad y la justicia social partiendo como uno de sus axiomas, la dignificación del trabajo, como elemento definitivo para el progreso y la modernidad de las naciones.

Un análisis sobre el compromiso de la Iglesia de Roma con una distribución más justa de los bienes y las oportunidades en el orden internacional y sus recomendaciones para lograrlo, se encuentra de manera detallado en la encíclica Caritas in veritate que Benedicto XVI publicó en junio de 2009, en desarrollo de su breve pontificado.

En este documento recoge las enseñanzas de sus dos predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, quienes estaban convencidos de la capacidad del corpus de la Doctrina Social de la Iglesia para dar la luz necesaria a un mundo que busca desesperadamente esperanza y claridad. Complementa la visión de la Iglesia respecto de la problemática social de la humanidad haciendo referencia a otras encíclicas como la Rerum novarum (León XIII), Pacem in terris (Juan XXIII), Centesimus annus, Laborem exercens y Sollicitudo rei socialis (Juan Pablo II), la Constitución Gaudium et spes (Concilio Vaticano II), así como otros documentos pontificios. De esta manera, Benedicto XVI llama la atención sobre las grandes amenazas que se ciernen sobre la humanidad en nuestros días, poniendo énfasis en la falta de consideración de la dignidad de la persona humana, la pobreza, la guerra, el terrorismo, el medio ambiente.

Tras esa revisión del devenir social de la humanidad, el Papa proporciona los principios morales para afrontar los complejos problemas socioeconómicos, promoviendo una verdadera cultura de la dignificación de vida y de la paz. Dentro de ese contexto, el trabajo juega un rol preponderante porque constituye un motor para lograr el “verdadero progreso de la persona” y el “bien común”.

Benedicto XVI enfatizó en ese orden de ideas que el trabajo "es muy importante para la realización del hombre y para el desarrollo de la sociedad, y por eso, es necesario que se organice y desarrolle siempre en el pleno respeto de la dignidad humana y al servicio del bien común. Al mismo tiempo, es indispensable que el hombre no se deje someter por el trabajo, que no lo idolatre, pretendiendo hallar en él el sentido último y definitivo de la vida".

Humanizar las relaciones económicas y sociales

Tras abogar por un “desarrollo humano integral”, la encíclica Caritas in veritate expresa que éste no se logrará sino a partir del “bien espiritual y moral de las personas, consideradas en la totalidad de alma y cuerpo”. Y en lo referente a la actividad laboral expresa: “Los trabajos humanos -todos ellos- deben ser realizados con una mentalidad de servicio al bien común, por encima de particularidades egoístas. No se trata de rechazar como inmoral la persecución del interés propio o particular, sino de situar por encima el espíritu de servicio que tiene el bien común como referencia. Concretamente, la actividad económica no puede resolver todos los problemas sociales ampliando sin más la lógica mercantil. Debe estar ordenada a la consecución del bien común”.

Y advierte: "No basta la necesaria capacidad técnica y profesional; no es suficiente tampoco la creación de un orden social justo y atento al bien de todos. Es necesario vivir una espiritualidad que ayude a los creyentes a santificarse a través del propio trabajo”, orientándose a partir del auténtico progreso de la persona humana, impactando al capital, la ciencia, la técnica, los recursos públicos y la misma propiedad privada.

Igualdad salarial hombre-mujer

Por su parte, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, elegido sumo pontífice en marzo de 2013, y quien adoptó el nombre de papa Francisco, ha dirigido su mensaje a hacer una crítica de los excesos y abusos de la globalización económica. En el ámbito del trabajo ha advertido sobre la extensión de la precariedad laboral, la informalidad y “el chantaje mafioso” que se hace a los jóvenes. “La falta de trabajo quita dignidad, impide la plenitud de la vida humana y exige una respuesta inmediata y vigorosa”, ha señalado.

Francisco viene insistiendo en la igualdad salarial hombre-mujer y la dignidad de trabajo para los jóvenes. "¡La disparidad –ha manifestado en más de una oportunidad- es un puro escándalo!”

Por ello ha dado claves para enfrentar con esperanza la precarización del trabajo y el empobrecimiento. Según palabras del pontífice, el trabajo tiene que ser “libre, creativo, participativo y solidario”, al tiempo que debe elevar la dignidad de las personas. Ha exhortado a los cristianos, en consecuencia, a buscar la verdadera libertad del trabajo para que el mundo encuentre su fin, condenando las opresiones que subsisten en diferentes niveles: “de un hombre hacia otro” y “de nuevas organizaciones esclavistas que oprimen a los más pobres”, en particular “muchos niños y muchas mujeres se someten a una economía que obliga a un trabajo indigno”. 

Su voz se ha pronunciado en favor de los jóvenes para que sean artífices en la construcción de una nueva sociedad y se les dé la oportunidad en sus comunidades de desplegar el don de su inteligencia y capacidad.

“Para poder incidir en la realidad, el hombre está llamado a expresar el trabajo según la lógica que más le es propia, esa relacional, es decir, ver siempre en el fin del trabajo el rostro del otro y la colaboración responsable con otras personas”, ha sostenido el Papa.

En el mundo global, ha remarcado el sumo pontífice, no cambian los problemas sino su “dimensión y su urgencia”, especialmente inéditas: “la amplitud y la velocidad de reproducir las desigualdades”.

La Iglesia latinoamericana y su particular análisis de la realidad socioeconómica

Cabe anotar también que en el análisis y la formulación de alternativas a la crítica situación de desigualdad y precariedad social que vive un hemisferio como América Latina, ha sido su jerarquía eclesiástica la que, a partir de su experiencia solidaria con las comunidades, se ha pronunciado de manera categórica.

Dos documentos son referentes en ese sentido: el de Medellín durante la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en 1968; y el de la Tercera Conferencia realizada en Puebla en 1979.

En la declaración de Medellín, hay un compromiso a fondo de la Iglesia con la situación social, al expresar que quiere sentir los problemas de América Latina, percibir sus exigencias, compartir las angustias, descubrir los cambios y colaborar con las soluciones. Menciona además, las condiciones de vida menos humanas como las carencias materiales de los que están privados del mínimo vital y las carencias morales de los que están mutilados por el egoísmo.

Habla de “las estructuras opresoras”, que provienen del abuso del tener y del poder, de las explotaciones de los trabajadores y de la injusticia de las transacciones. Exhorta a vivir en condiciones de vida más humanas superando las calamidades sociales, la ampliación de los conocimientos, la adquisición de la cultura, el aumento en la consideración de la dignidad de los demás, la cooperación en el bien común, la voluntad de la paz, y el reconocimiento por parte del hombre de los valores supremos.

Entre tanto, el documento de Puebla hace énfasis en una distribución más justa de los bienes y las oportunidades. Oportunidad de tener un trabajo justamente distribuido que permita el sustento de la familia y la disminución de la indigencia.

En Puebla la Iglesia expresa con claridad que no es posible para un cristiano prescindir de la justicia social y de la liberación integral del hombre.

La cartera laboral y su compromiso con el trabajo decente

Las políticas públicas que venimos impulsando desde la cartera laboral tienen íntima relación con la concepción de la Doctrina Social de la Iglesia respecto de la dignificación del trabajo.

Nuestro firme compromiso desde el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos es el de de generar acciones orientadas a que el trabajador en Colombia reciba un trato digno y decente, garantizándole sus derechos para posibilitar equidad y así contribuir de manera definitiva en la construcción de paz que redunde en democracia en el sentido de cerrar las brechas de desigualdad y desequilibrios sociales. Ello, además, porque concebimos el trabajo como un valor ético, que es sujeto, no objeto, y constituye además, el fin mismo de la producción.

Desde esa perspectiva nuestro Ministerio se ha aplicado a fondo en el reconocimiento del derecho al trabajo como fuente de dignidad personal, estabilidad familiar y consolidación de la paz en la comunidad. Significa, en consecuencia, la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en la toma de decisiones que afectan sus vidas, y se avance en la igualdad de oportunidades tanto para mujeres como para hombres.

La visita del papa Francisco a Colombia es una estimulante ocasión para reafirmar nuestro compromiso de hondo calado social en el sentido de continuar en este apasionante empeño de elevar los niveles de dignificación del trabajo, como elemento sustancial para consolidar la democracia y promover la construcción de equidad.

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